Correo: pabloail@yahoo.com.mx
La tasa media anual de crecimiento (TMAC) del Producto Interno Bruto (PIB) de México entre el año 2000 y el 2010 fue de 1.6%, ya considerando un crecimiento de 5.4% en el año pasado, un poco por arriba de nuestra previsión en agosto (5.2%), que no había considerado la revisión de -6.5% de 2009 a -6.1% anunciada en noviembre pasado. La inflación medida por los precios al consumidor de fin de periodo, fue de 8.96% en el 2000 y de 4.40% en el 2010, habiendo sido el peor año de la década el 2008 con un porcentaje de 6.53%. Si la consideramos como inflación promedio, las cifras son 9.51% en 2000, 5.12% en 2008 y 4.16% en el 2010. Por su parte, la población en México pasó de 97,483,412 en el 2000 a 112,322,757 en 2010, esto es, la TMAC fue de 1.4%.
Esos son los datos de duros, que resumen lo que ha pasado en estos diez años del siglo XXI. La inflación se ha mantenido bajo control a pesar de algunos episodios de volatilidad, pero el año que se acercó más a la meta planteada como objetivo en 2005, fue más bien resultado de un congelamiento de tarifas de bienes y servicios públicos que el gobierno de entonces decretó con claros propósitos electorales por las elecciones presidenciales del año siguiente. El desempeño económico ha sido francamente pobre con un magro crecimiento que apenas supera el de la población.
Cuando Vicente Fox Quesada estaba en campaña, prometió un crecimiento del 7 por ciento como forma de promoción del voto. Ese porcentaje llegó a superarse durante el primer trimestre del 2000 (base de 1993) con un 7.4% (6.8% con la base 2003). Ese elevado crecimiento no haría al PRI ganar la elección ese año; pero tampoco ocurriría un crecimiento de esa magnitud con ninguna de las dos bases durante su sexenio en ningún trimestre
Cuando Fox gana las elecciones convoca a una serie de expertos para realizar una serie de reformas económicas y a revisar algunas estrategias de endeudamiento que representaban una bomba de tiempo por los famosos PIDIREGAS, es decir, los proyectos de impacto diferido en el registro del gasto creados durante el gobierno de Zedillo y que tenía la finalidad de financiar proyectos de infraestructura a largo plazo. En ese entonces, le sugerían eliminarlos porque resultaban muy costosos y desventajosos para erario, ya que les daban a los inversionistas privados la posibilidad de inflar los costos y transferírselos a los contribuyentes. Adicionalmente, si el diseño o el proyecto fracasaba, era el Gobierno el que asumiría las pérdidas, por lo que esta forma de inversión indirecta ante la falta de recursos terminaban siendo inconveniente. Sin embargo, como muchas recomendaciones, estas fueron desechadas.
Los intereses creados, las inercias y el fracaso del voluntarismo terminaron por imponerse. Fox propuso un gobierno por empresarios, porque partía de la premisa de que el sector privado es eficaz y eficiente y el público no, por lo que habría que llevar lo lógica de la administración empresarial al gobierno para mejorar resultados.
Fox no logró que su asesor estrella, Ernesto Derbez recibiera el visto bueno del FMI y del sector financiero para que fuera su Secretario de Hacienda. En su lugar, llegaría Francisco Gil Díaz que había renunciado a ser vicegobernador del Banco de México en 1998. Como Director General de Avantel, su jefe, Roberto Hernández, uno de los dueños de Banamex-Accival, lo recomiendo para el cargo.
Gil Díaz invitó a trabajar al grupo de economistas que eran parte de su equipo en Banxico como Agustín Carstens futuro Secretario de Hacienda de Felipe Calderón. Como era de filiación priista, los analistas financieros estaba muy entusiasmados con que lograría que los legisladores del PRI apoyaran las propuestas de reformas estructurales propuestas por Fox. En marzo del 2001, presenta una reforma hacendaria integral. Entre las propuestas más destacadas estaba un IVA del 15% a todos los bienes y servicios.
La SHCP mediante una campaña de comunicación trata de convencer a la opinión pública de con estos impuestos van a beneficiar más a los más pobres, porque va haber más gasto para los más necesitados. Cuando los economistas hacen ver esa falacia, porque la población de más bajos ingresos concentra su gasto en alimentos y medicinas con tasa cero o exentos; Fox responde que a los más pobres se les va a regresar “copeteado” con subsidios lo que pierdan. Los priistas sugieren baja la tasa al 12% y Gil les responde todo o nada. El resultado fue nada porque el costo político era tan elevado que ni el PAN quiso lidereado en la Cámara de Diputados por Felipe Calderón esta dispuesto a respaldar la propuesta.
En el ámbito financiero, el fracaso de la reforma fiscal fue compensado por el anuncio a principios de mayo del 2001, de que Banamex sería vendido a Citigroup por 12 mil 500 millones de dólares en una operación bursátil que fue ejecutada en agosto de ese año. La operación generó protestas porque pondría el sistema de paso bajo propiedad extranjera, luego de que los otros dos grandes bancos: Bancomer y Serfin serína comprados en operaciones similares por los españoles Banco Bilbao Vizcaya-Argentaria (BBVA) y Santander, además de que no hubo ningún beneficio para el fisco de las operaciones.
Las promesas de llamar a cuentas los casos graves de corrupción de la época del PRI, fueron dejados de lado, porque para la aprobación de cambios legales se requería el apoyo de la Cámara de Diputados y de Senadores, donde su apoyo resultaba imprescindible. Luego del fracaso de la reforma fiscal en 2001, se aprobaron la llamada mini-reforma que estaba muy lejos de resolver los problemas crónicos de evasión y elusión que generaban un esquema fiscal con exenciones, tasa cero y regímenes especiales para algunos sectores económicos. A principios de febrero del 2002, el Gobierno decidió reducir drásticamente los subsidios a la electricidad, lo que ocasionó un alza de precios de tal magnitud que ocasionó un desplome de la popularidad de Fox.
La economía mexicana seguía el ciclo de la economía norteamericana, que luego del atentado terrorista del 11/09 iniciaba un proceso de recuperación muy lento. En México, la política fiscal y monetaria era bastante restrictiva, el tipo de cambio se había apreciado y las exportaciones mexicanas comenzaban a perder mercado en Estados Unidos, ya no solo frente a China, sino con otros países que iban logrando acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, por lo que la ventaja del TLCAN se iba diluyendo. El PIB de México bajaría 1.0% en 2001 y crecería 0.1% en 2002.
El descontento por el mal desempeño de la economía y la desilusión y desengaño que generó el gobierno de Fox por expectativas irreales de cambio que se generaron en la población ocasionaron un grave fracaso en las elecciones de diputados federales del 2003, frente al PRI que había basado su campaña en la promesa de no al IVA a medicinas y alimentos.
La llegada de Elba Esther Gordillo como líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados abrió una nueva esperanza para que un nuevo intento de reforma fiscal pudiera resultar exitoso. La Maestra contaba en principio con el apoyo del Presidente Roberto Madrazo y de un grupo de diputados que estaban convencidos de la necesidad de la reforma, entre ellos algunos secretarios y subsecretarios que la habían promovido en la etapa final de Zedillo.
Fox confió en su poderosa aliada y pensó que contaba con el número de votos para pasar una propuesta menos agresiva que la de 2001, que consistía en sólo un IVA disfrazado del 6% a medicinas y alimentos. Sin embargo, desestimó para el PRI dicha reforma implicaba un elevado costo político considerando su reciente promesa de campaña. El grupo opuesto a los tecnócratas se le revelan a Gordillo con el apoyo de Madrazo, que preocupado observaba como su Secretaria General lo estaba desplazando del poder. Gordillo no solo perdió la votación sino que fue obligada a renunciar a la Coordinación de la fracción y al PRI seguida de un grupo importante que se incorporarían al PAN o formaría parte de su propio partido Nueva Alianza (Panal), que resultaría estratégico para que Felipe Calderón ganara la elecciones en 2006.
En 2003, el PIB apenas creció 1.3% y la inflación cerraba por primera vez desde los sesenta por abajo del 4% (3.98%). Por otra parte, el Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador comenzaba a perfilarse como un candidato de la izquierda que resultaba una grave amenaza por la forma en que iba creciendo en las preferencias electorales. Para intentar frenarlo se promovió un proceso de desafuero en 2004 que se extendió hasta el año siguiente con resultados contraproducentes para el régimen, porque generaron tal nivel de protesta que obligaron al régimen foxista a recular en su estrategia.
La recuperación de la economía mundial impulsó al alza los precios del petróleo, lo que le permitió al gobierno de Fox contar con una gran cantidad de ingresos extraordinarios, que modificaron radicalmente la política de austeridad implementa al inicio de su gobierno. Con una recuperación de la economía internacional y una política de gasto más expansiva, México crecía 4.1% en 2004, pero la inflación repuntaba a 5.19%, ante lo cual Banxico aplicaría una política monetaria más restrictiva, también como respuesta a incrementos de precios de bienes y servicios públicos decididos por Hacienda. Eran los tiempos en los que Guillermo Ortiz se queja de cómo Gil Díaz sabotea su trabajo para reducir la inflación con dichas alzas, por lo que no lograba llegar a la meta de inflación sistemáticamente.
En 2005, se aplicó una política fiscal expansiva, combinada con una monetaria restrictiva, que estuvo apoyada por congelamiento de precios y tarifas de bienes y servicios públicos que continuaron en 2006. El resultado fue un crecimiento del PIB del 3.2%, inflación de fin de año de 3.33%, aunque la tasa anual fue de 2.91% en noviembre.
La política económica en 2006 se vuelve completamente electoral. La estrategia gubernamental era que la economía funcionara lo mejor posible y sin inflación para que el candidato del PAN ganara las elecciones: el PIB logró el mejor crecimiento del sexenio (5.2%) la inflación llegaba al objetivo del 3.0% en mayo de ese año. Después de las elecciones se liberaron los precios de bienes y servicios público terminando el año en 4.05%.
La tasa media anual de crecimiento (TMAC) del Producto Interno Bruto (PIB) de México entre el año 2000 y el 2010 fue de 1.6%, ya considerando un crecimiento de 5.4% en el año pasado, un poco por arriba de nuestra previsión en agosto (5.2%), que no había considerado la revisión de -6.5% de 2009 a -6.1% anunciada en noviembre pasado. La inflación medida por los precios al consumidor de fin de periodo, fue de 8.96% en el 2000 y de 4.40% en el 2010, habiendo sido el peor año de la década el 2008 con un porcentaje de 6.53%. Si la consideramos como inflación promedio, las cifras son 9.51% en 2000, 5.12% en 2008 y 4.16% en el 2010. Por su parte, la población en México pasó de 97,483,412 en el 2000 a 112,322,757 en 2010, esto es, la TMAC fue de 1.4%.
Esos son los datos de duros, que resumen lo que ha pasado en estos diez años del siglo XXI. La inflación se ha mantenido bajo control a pesar de algunos episodios de volatilidad, pero el año que se acercó más a la meta planteada como objetivo en 2005, fue más bien resultado de un congelamiento de tarifas de bienes y servicios públicos que el gobierno de entonces decretó con claros propósitos electorales por las elecciones presidenciales del año siguiente. El desempeño económico ha sido francamente pobre con un magro crecimiento que apenas supera el de la población.
Cuando Vicente Fox Quesada estaba en campaña, prometió un crecimiento del 7 por ciento como forma de promoción del voto. Ese porcentaje llegó a superarse durante el primer trimestre del 2000 (base de 1993) con un 7.4% (6.8% con la base 2003). Ese elevado crecimiento no haría al PRI ganar la elección ese año; pero tampoco ocurriría un crecimiento de esa magnitud con ninguna de las dos bases durante su sexenio en ningún trimestre
Cuando Fox gana las elecciones convoca a una serie de expertos para realizar una serie de reformas económicas y a revisar algunas estrategias de endeudamiento que representaban una bomba de tiempo por los famosos PIDIREGAS, es decir, los proyectos de impacto diferido en el registro del gasto creados durante el gobierno de Zedillo y que tenía la finalidad de financiar proyectos de infraestructura a largo plazo. En ese entonces, le sugerían eliminarlos porque resultaban muy costosos y desventajosos para erario, ya que les daban a los inversionistas privados la posibilidad de inflar los costos y transferírselos a los contribuyentes. Adicionalmente, si el diseño o el proyecto fracasaba, era el Gobierno el que asumiría las pérdidas, por lo que esta forma de inversión indirecta ante la falta de recursos terminaban siendo inconveniente. Sin embargo, como muchas recomendaciones, estas fueron desechadas.
Los intereses creados, las inercias y el fracaso del voluntarismo terminaron por imponerse. Fox propuso un gobierno por empresarios, porque partía de la premisa de que el sector privado es eficaz y eficiente y el público no, por lo que habría que llevar lo lógica de la administración empresarial al gobierno para mejorar resultados.
Fox no logró que su asesor estrella, Ernesto Derbez recibiera el visto bueno del FMI y del sector financiero para que fuera su Secretario de Hacienda. En su lugar, llegaría Francisco Gil Díaz que había renunciado a ser vicegobernador del Banco de México en 1998. Como Director General de Avantel, su jefe, Roberto Hernández, uno de los dueños de Banamex-Accival, lo recomiendo para el cargo.
Gil Díaz invitó a trabajar al grupo de economistas que eran parte de su equipo en Banxico como Agustín Carstens futuro Secretario de Hacienda de Felipe Calderón. Como era de filiación priista, los analistas financieros estaba muy entusiasmados con que lograría que los legisladores del PRI apoyaran las propuestas de reformas estructurales propuestas por Fox. En marzo del 2001, presenta una reforma hacendaria integral. Entre las propuestas más destacadas estaba un IVA del 15% a todos los bienes y servicios.
La SHCP mediante una campaña de comunicación trata de convencer a la opinión pública de con estos impuestos van a beneficiar más a los más pobres, porque va haber más gasto para los más necesitados. Cuando los economistas hacen ver esa falacia, porque la población de más bajos ingresos concentra su gasto en alimentos y medicinas con tasa cero o exentos; Fox responde que a los más pobres se les va a regresar “copeteado” con subsidios lo que pierdan. Los priistas sugieren baja la tasa al 12% y Gil les responde todo o nada. El resultado fue nada porque el costo político era tan elevado que ni el PAN quiso lidereado en la Cámara de Diputados por Felipe Calderón esta dispuesto a respaldar la propuesta.
En el ámbito financiero, el fracaso de la reforma fiscal fue compensado por el anuncio a principios de mayo del 2001, de que Banamex sería vendido a Citigroup por 12 mil 500 millones de dólares en una operación bursátil que fue ejecutada en agosto de ese año. La operación generó protestas porque pondría el sistema de paso bajo propiedad extranjera, luego de que los otros dos grandes bancos: Bancomer y Serfin serína comprados en operaciones similares por los españoles Banco Bilbao Vizcaya-Argentaria (BBVA) y Santander, además de que no hubo ningún beneficio para el fisco de las operaciones.
Las promesas de llamar a cuentas los casos graves de corrupción de la época del PRI, fueron dejados de lado, porque para la aprobación de cambios legales se requería el apoyo de la Cámara de Diputados y de Senadores, donde su apoyo resultaba imprescindible. Luego del fracaso de la reforma fiscal en 2001, se aprobaron la llamada mini-reforma que estaba muy lejos de resolver los problemas crónicos de evasión y elusión que generaban un esquema fiscal con exenciones, tasa cero y regímenes especiales para algunos sectores económicos. A principios de febrero del 2002, el Gobierno decidió reducir drásticamente los subsidios a la electricidad, lo que ocasionó un alza de precios de tal magnitud que ocasionó un desplome de la popularidad de Fox.
La economía mexicana seguía el ciclo de la economía norteamericana, que luego del atentado terrorista del 11/09 iniciaba un proceso de recuperación muy lento. En México, la política fiscal y monetaria era bastante restrictiva, el tipo de cambio se había apreciado y las exportaciones mexicanas comenzaban a perder mercado en Estados Unidos, ya no solo frente a China, sino con otros países que iban logrando acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, por lo que la ventaja del TLCAN se iba diluyendo. El PIB de México bajaría 1.0% en 2001 y crecería 0.1% en 2002.
El descontento por el mal desempeño de la economía y la desilusión y desengaño que generó el gobierno de Fox por expectativas irreales de cambio que se generaron en la población ocasionaron un grave fracaso en las elecciones de diputados federales del 2003, frente al PRI que había basado su campaña en la promesa de no al IVA a medicinas y alimentos.
La llegada de Elba Esther Gordillo como líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados abrió una nueva esperanza para que un nuevo intento de reforma fiscal pudiera resultar exitoso. La Maestra contaba en principio con el apoyo del Presidente Roberto Madrazo y de un grupo de diputados que estaban convencidos de la necesidad de la reforma, entre ellos algunos secretarios y subsecretarios que la habían promovido en la etapa final de Zedillo.
Fox confió en su poderosa aliada y pensó que contaba con el número de votos para pasar una propuesta menos agresiva que la de 2001, que consistía en sólo un IVA disfrazado del 6% a medicinas y alimentos. Sin embargo, desestimó para el PRI dicha reforma implicaba un elevado costo político considerando su reciente promesa de campaña. El grupo opuesto a los tecnócratas se le revelan a Gordillo con el apoyo de Madrazo, que preocupado observaba como su Secretaria General lo estaba desplazando del poder. Gordillo no solo perdió la votación sino que fue obligada a renunciar a la Coordinación de la fracción y al PRI seguida de un grupo importante que se incorporarían al PAN o formaría parte de su propio partido Nueva Alianza (Panal), que resultaría estratégico para que Felipe Calderón ganara la elecciones en 2006.
En 2003, el PIB apenas creció 1.3% y la inflación cerraba por primera vez desde los sesenta por abajo del 4% (3.98%). Por otra parte, el Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador comenzaba a perfilarse como un candidato de la izquierda que resultaba una grave amenaza por la forma en que iba creciendo en las preferencias electorales. Para intentar frenarlo se promovió un proceso de desafuero en 2004 que se extendió hasta el año siguiente con resultados contraproducentes para el régimen, porque generaron tal nivel de protesta que obligaron al régimen foxista a recular en su estrategia.
La recuperación de la economía mundial impulsó al alza los precios del petróleo, lo que le permitió al gobierno de Fox contar con una gran cantidad de ingresos extraordinarios, que modificaron radicalmente la política de austeridad implementa al inicio de su gobierno. Con una recuperación de la economía internacional y una política de gasto más expansiva, México crecía 4.1% en 2004, pero la inflación repuntaba a 5.19%, ante lo cual Banxico aplicaría una política monetaria más restrictiva, también como respuesta a incrementos de precios de bienes y servicios públicos decididos por Hacienda. Eran los tiempos en los que Guillermo Ortiz se queja de cómo Gil Díaz sabotea su trabajo para reducir la inflación con dichas alzas, por lo que no lograba llegar a la meta de inflación sistemáticamente.
En 2005, se aplicó una política fiscal expansiva, combinada con una monetaria restrictiva, que estuvo apoyada por congelamiento de precios y tarifas de bienes y servicios públicos que continuaron en 2006. El resultado fue un crecimiento del PIB del 3.2%, inflación de fin de año de 3.33%, aunque la tasa anual fue de 2.91% en noviembre.
La política económica en 2006 se vuelve completamente electoral. La estrategia gubernamental era que la economía funcionara lo mejor posible y sin inflación para que el candidato del PAN ganara las elecciones: el PIB logró el mejor crecimiento del sexenio (5.2%) la inflación llegaba al objetivo del 3.0% en mayo de ese año. Después de las elecciones se liberaron los precios de bienes y servicios público terminando el año en 4.05%.