lunes, 14 de febrero de 2011

Febrero 14, 2011:Del desarrollo estabilizador a la estabilización sin desarrollo en México (cuarta parte)

Correo: pabloail@yahoo.com.mx

La tasa media anual de crecimiento (TMAC) del Producto Interno Bruto (PIB) de México entre el año 2000 y el 2010 fue de 1.6%, ya considerando un crecimiento de 5.4% en el año pasado, un poco por arriba de nuestra previsión en agosto (5.2%), que no había considerado la revisión de -6.5% de 2009 a -6.1% anunciada en noviembre pasado. La inflación medida por los precios al consumidor de fin de periodo, fue de 8.96% en el 2000 y de 4.40% en el 2010, habiendo sido el peor año de la década el 2008 con un porcentaje de 6.53%. Si la consideramos como inflación promedio, las cifras son 9.51% en 2000, 5.12% en 2008 y 4.16% en el 2010. Por su parte, la población en México pasó de 97,483,412 en el 2000 a 112,322,757 en 2010, esto es, la TMAC fue de 1.4%.

Esos son los datos de duros, que resumen lo que ha pasado en estos diez años del siglo XXI. La inflación se ha mantenido bajo control a pesar de algunos episodios de volatilidad, pero el año que se acercó más a la meta planteada como objetivo en 2005, fue más bien resultado de un congelamiento de tarifas de bienes y servicios públicos que el gobierno de entonces decretó con claros propósitos electorales por las elecciones presidenciales del año siguiente. El desempeño económico ha sido francamente pobre con un magro crecimiento que apenas supera el de la población.

Cuando Vicente Fox Quesada estaba en campaña, prometió un crecimiento del 7 por ciento como forma de promoción del voto. Ese porcentaje llegó a superarse durante el primer trimestre del 2000 (base de 1993) con un 7.4% (6.8% con la base 2003). Ese elevado crecimiento no haría al PRI ganar la elección ese año; pero tampoco ocurriría un crecimiento de esa magnitud con ninguna de las dos bases durante su sexenio en ningún trimestre

Cuando Fox gana las elecciones convoca a una serie de expertos para realizar una serie de reformas económicas y a revisar algunas estrategias de endeudamiento que representaban una bomba de tiempo por los famosos PIDIREGAS, es decir, los proyectos de impacto diferido en el registro del gasto creados durante el gobierno de Zedillo y que tenía la finalidad de financiar proyectos de infraestructura a largo plazo. En ese entonces, le sugerían eliminarlos porque resultaban muy costosos y desventajosos para erario, ya que les daban a los inversionistas privados la posibilidad de inflar los costos y transferírselos a los contribuyentes. Adicionalmente, si el diseño o el proyecto fracasaba, era el Gobierno el que asumiría las pérdidas, por lo que esta forma de inversión indirecta ante la falta de recursos terminaban siendo inconveniente. Sin embargo, como muchas recomendaciones, estas fueron desechadas.

Los intereses creados, las inercias y el fracaso del voluntarismo terminaron por imponerse. Fox propuso un gobierno por empresarios, porque partía de la premisa de que el sector privado es eficaz y eficiente y el público no, por lo que habría que llevar lo lógica de la administración empresarial al gobierno para mejorar resultados.

Fox no logró que su asesor estrella, Ernesto Derbez recibiera el visto bueno del FMI y del sector financiero para que fuera su Secretario de Hacienda. En su lugar, llegaría Francisco Gil Díaz que había renunciado a ser vicegobernador del Banco de México en 1998. Como Director General de Avantel, su jefe, Roberto Hernández, uno de los dueños de Banamex-Accival, lo recomiendo para el cargo.
Gil Díaz invitó a trabajar al grupo de economistas que eran parte de su equipo en Banxico como Agustín Carstens futuro Secretario de Hacienda de Felipe Calderón. Como era de filiación priista, los analistas financieros estaba muy entusiasmados con que lograría que los legisladores del PRI apoyaran las propuestas de reformas estructurales propuestas por Fox. En marzo del 2001, presenta una reforma hacendaria integral. Entre las propuestas más destacadas estaba un IVA del 15% a todos los bienes y servicios.

La SHCP mediante una campaña de comunicación trata de convencer a la opinión pública de con estos impuestos van a beneficiar más a los más pobres, porque va haber más gasto para los más necesitados. Cuando los economistas hacen ver esa falacia, porque la población de más bajos ingresos concentra su gasto en alimentos y medicinas con tasa cero o exentos; Fox responde que a los más pobres se les va a regresar “copeteado” con subsidios lo que pierdan. Los priistas sugieren baja la tasa al 12% y Gil les responde todo o nada. El resultado fue nada porque el costo político era tan elevado que ni el PAN quiso lidereado en la Cámara de Diputados por Felipe Calderón esta dispuesto a respaldar la propuesta.

En el ámbito financiero, el fracaso de la reforma fiscal fue compensado por el anuncio a principios de mayo del 2001, de que Banamex sería vendido a Citigroup por 12 mil 500 millones de dólares en una operación bursátil que fue ejecutada en agosto de ese año. La operación generó protestas porque pondría el sistema de paso bajo propiedad extranjera, luego de que los otros dos grandes bancos: Bancomer y Serfin serína comprados en operaciones similares por los españoles Banco Bilbao Vizcaya-Argentaria (BBVA) y Santander, además de que no hubo ningún beneficio para el fisco de las operaciones.

Las promesas de llamar a cuentas los casos graves de corrupción de la época del PRI, fueron dejados de lado, porque para la aprobación de cambios legales se requería el apoyo de la Cámara de Diputados y de Senadores, donde su apoyo resultaba imprescindible. Luego del fracaso de la reforma fiscal en 2001, se aprobaron la llamada mini-reforma que estaba muy lejos de resolver los problemas crónicos de evasión y elusión que generaban un esquema fiscal con exenciones, tasa cero y regímenes especiales para algunos sectores económicos. A principios de febrero del 2002, el Gobierno decidió reducir drásticamente los subsidios a la electricidad, lo que ocasionó un alza de precios de tal magnitud que ocasionó un desplome de la popularidad de Fox.

La economía mexicana seguía el ciclo de la economía norteamericana, que luego del atentado terrorista del 11/09 iniciaba un proceso de recuperación muy lento. En México, la política fiscal y monetaria era bastante restrictiva, el tipo de cambio se había apreciado y las exportaciones mexicanas comenzaban a perder mercado en Estados Unidos, ya no solo frente a China, sino con otros países que iban logrando acuerdos de libre comercio con Estados Unidos, por lo que la ventaja del TLCAN se iba diluyendo. El PIB de México bajaría 1.0% en 2001 y crecería 0.1% en 2002.

El descontento por el mal desempeño de la economía y la desilusión y desengaño que generó el gobierno de Fox por expectativas irreales de cambio que se generaron en la población ocasionaron un grave fracaso en las elecciones de diputados federales del 2003, frente al PRI que había basado su campaña en la promesa de no al IVA a medicinas y alimentos.

La llegada de Elba Esther Gordillo como líder de la fracción del PRI en la Cámara de Diputados abrió una nueva esperanza para que un nuevo intento de reforma fiscal pudiera resultar exitoso. La Maestra contaba en principio con el apoyo del Presidente Roberto Madrazo y de un grupo de diputados que estaban convencidos de la necesidad de la reforma, entre ellos algunos secretarios y subsecretarios que la habían promovido en la etapa final de Zedillo.

Fox confió en su poderosa aliada y pensó que contaba con el número de votos para pasar una propuesta menos agresiva que la de 2001, que consistía en sólo un IVA disfrazado del 6% a medicinas y alimentos. Sin embargo, desestimó para el PRI dicha reforma implicaba un elevado costo político considerando su reciente promesa de campaña. El grupo opuesto a los tecnócratas se le revelan a Gordillo con el apoyo de Madrazo, que preocupado observaba como su Secretaria General lo estaba desplazando del poder. Gordillo no solo perdió la votación sino que fue obligada a renunciar a la Coordinación de la fracción y al PRI seguida de un grupo importante que se incorporarían al PAN o formaría parte de su propio partido Nueva Alianza (Panal), que resultaría estratégico para que Felipe Calderón ganara la elecciones en 2006.

En 2003, el PIB apenas creció 1.3% y la inflación cerraba por primera vez desde los sesenta por abajo del 4% (3.98%). Por otra parte, el Jefe de Gobierno del DF, Andrés Manuel López Obrador comenzaba a perfilarse como un candidato de la izquierda que resultaba una grave amenaza por la forma en que iba creciendo en las preferencias electorales. Para intentar frenarlo se promovió un proceso de desafuero en 2004 que se extendió hasta el año siguiente con resultados contraproducentes para el régimen, porque generaron tal nivel de protesta que obligaron al régimen foxista a recular en su estrategia.

La recuperación de la economía mundial impulsó al alza los precios del petróleo, lo que le permitió al gobierno de Fox contar con una gran cantidad de ingresos extraordinarios, que modificaron radicalmente la política de austeridad implementa al inicio de su gobierno. Con una recuperación de la economía internacional y una política de gasto más expansiva, México crecía 4.1% en 2004, pero la inflación repuntaba a 5.19%, ante lo cual Banxico aplicaría una política monetaria más restrictiva, también como respuesta a incrementos de precios de bienes y servicios públicos decididos por Hacienda. Eran los tiempos en los que Guillermo Ortiz se queja de cómo Gil Díaz sabotea su trabajo para reducir la inflación con dichas alzas, por lo que no lograba llegar a la meta de inflación sistemáticamente.

En 2005, se aplicó una política fiscal expansiva, combinada con una monetaria restrictiva, que estuvo apoyada por congelamiento de precios y tarifas de bienes y servicios públicos que continuaron en 2006. El resultado fue un crecimiento del PIB del 3.2%, inflación de fin de año de 3.33%, aunque la tasa anual fue de 2.91% en noviembre.

La política económica en 2006 se vuelve completamente electoral. La estrategia gubernamental era que la economía funcionara lo mejor posible y sin inflación para que el candidato del PAN ganara las elecciones: el PIB logró el mejor crecimiento del sexenio (5.2%) la inflación llegaba al objetivo del 3.0% en mayo de ese año. Después de las elecciones se liberaron los precios de bienes y servicios público terminando el año en 4.05%.

lunes, 7 de febrero de 2011

Febrero 7, 2011:Del desarrollo estabilizador a la estabilización sin desarrollo en México (tercera parte)

Correo: pabloail@yahoo.com.mx

Carlos Salinas de Gortari está obsesionado con no pasar a la historia como causante de la crisis de finales del 94. Ha escrito tres libros tamaño “ladrillo” para decirle a todo el mundo su verdad sin muchos resultados. Ernesto Zedillo, al ser entrevistado al poco tiempo de asumir el cargo para el que no estaba programado, trataba de justificarse del desastre alegando “que me dejaron el país prendido con alfileres” a lo que su antecesor le respondía: “para que se los quitaste”.

Salinas en realidad delegó la conducción de la política económica en su poderoso y arrogante Secretario de Hacienda, Pedro Aspe Armella, quien se volvió famoso por sus increíbles y orondas frases: “En México, el desempleo es un “mito genial” presumiendo que las bajas tasas de desocupación nos situaban entre los mejores naciones del mundo; o que el “déficit de cuenta corriente siga creciendo es muy bueno para la economía, porque por definición es igual al ahorro externo y esto permite que tengamos más recursos para invertir”.

Sin embargo, lo relevante era lo que no se decía y sobre todo lo que se ocultaba: que no existía seguro de desempleo y que las condiciones de ocupación eran muy desfavorables, no sólo por las bajo remuneraciones, sino por la ausencia de prestaciones. En 1994, el déficit de cuenta corriente representaba el 7% del PIB y ya no era financiable. El vencimiento de las obligaciones se había acrecentado de tal forma, que ya no sería posible cumplir los plazos de los pagos de la deuda externa conocida y encubierta por estar indexada a la paridad cambiaria.

Tampoco era cierto que no hubiese voces que advirtieran sobre los peligros de un tipo de cambio tan sobrevaluado que estaba alentando las importaciones y perjudicando las exportaciones desde hacia buen rato. El haber abusado del tipo de cambio fijo o predeterminado (porque el deslizamiento era conocido de antemano e insuficiente) como ancla inflacionaria generó un enorme y creciente desequilibrio externo. Rudiger Dornbusch, profesor de Aspe en el Instituto Tecnológico de Massachusetts incluso fue invitado a abandonar el país cuando en alguna de sus presentaciones cuestionó la política cambiaria.

Finalmente, cuando se amplía la banda ese 20 de diciembre de 1994, los pocos empresarios que pudieron comprar a 4 pesos por dólar, más adelante fueron los beneficiados de un tipo de cambio que se iría a 7 en un fenómeno conocido muy bien por Dornbusch como el “overshooting” el efecto sobrepasamiento posterior al tránsito de una política cambiaria fija por otra flotante o variable.

En descargo del gobierno, las calificadoras de riesgo tampoco advirtieron el peligro. Incluso, una de las grandes hizo el ridículo al subirle la calificación al país poco antes del colapso cambiario lo que incluso provocó un cambio radical en la forma de evaluar a los países. La “opinión de grupo” generada por los tecnócratas del Banco de México y de Hacienda era tan avasalladora, que quien opinara diferente era desacreditado o descalificado con expresiones como “son comentarios de seudoeconomistas”. Hoy en día las cosas no son muy diferentes, recuérdese los juicios de algunos de los funcionarios del gobierno calderonista en contra de Paul Krugman en 2010 calificándolo como ignorante y desconocedor de la realidad mexicana.

A los 28 días de haber asumido el cargo de Secretario de Hacienda, Jaime Serra Puche renunció sustituyéndolo Guillermo Ortiz Martínez, quien tres años después sería premiado con la gubernatura del Banco de México. En enero de 95, anunció un plan de ajuste que no funcionó y que proponía austeridad fiscal. En febrero, el FMI otorgaba un crédito condicionado a una serie de políticas económicas y Clinton prometía un apoyo económico con su peculiar estilo: les prestamos porque no nos conviene que nuestro vecino se vaya al caos y además va a ser buen negocio por el pago de intereses que va a generarnos. Esto es, “ellos lo necesitan y a nosotros nos beneficia”. No fue fácil y Clinton tuvo que vetar la prohibición de los Republicanos que alegaban que no estaban dispuestos a que los impuestos de sus ciudadanos se usen en ayudar a un país corrupto y despilfarrador como el del Sur.

Las condiciones del FMI se fueron conociendo por la vía de los hechos: alza del IVA del 10 al 15%, lo que el PRI pudo lograr porque tenía mayoría en ambas Cámaras (la famosa “Roque señal”), privatización de áreas exclusivas del estado o restringidas a la inversión extranjera como bancos, ferrocarriles, suministro doméstico de gas, aeropuertos, puertos marítimos; depósito de la factura petrolera en Nueva York como garantía del préstamo por 17 mil 500 millones de dólares, elevación de precios y tarifas de bienes y servicios públicos. Las medidas generaron más inflación y el banco central restringió la liquidez de tal forma que las tasas de interés se dispararon, lo que ocasionó que la cartera vencida se disparara amenazando con llevar a la quiebra a los bancos privados.

El gobierno de Zedillo decidió rescatar a los bancos mediante un fideicomiso a cargo del Banco de México prácticamente desconocido antes de la crisis, el Fondo Bancario de Protección al Ahorro (Fobaproa), mediante el cual se intervino bancos insolventes e intercambió cartera vencida por títulos de deuda, en una transacción por medio de la cual se socializaban las pérdidas privadas. Si bien es de reconocer que el Fobaproa evitó la quiebra del sistema de pagos, el costo fiscal fue muy elevado, ya que las autoridades monetarias actuaron discrecionalmente. Favorecieron en la operación a muchos inversionistas ya sea mediante condonaciones de deuda o utilizando los bancos intervenidos para otorgarles a sus allegados créditos sin garantías.

El inconveniente más significativo del Fobaproa era que todo el programa de salvamento era ilegal, porque la nueva deuda pública no tenía respaldo, ya que no había sido autorizada por el Congreso. Para solventar ese inconveniente, Zedillo logró aprobar con el apoyo de la fracción panista el 12 de diciembre de 1998 la creación del Instituto para la Protección del Ahorro Bancario (IPAB) con lo que los títulos gubernamentales en propiedad de los bancos privados fueron reconocidos como deuda pública. El PAN puso como condición para el acuerdo que Guillermo Ortiz no pudiese sentarse en la Junta de Gobierno del IPAB, lo que no impediría su funcionamiento.

La devaluación del peso permitió que el sector exportador creciera dinámicamente en 1995 aprovechando las condiciones preferentes de acceso que había logrado el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). El desempeño de las exportaciones fue un amortiguador de la crisis y de hecho la zona norte del país se vio menos perjudicada. No obstante, el PIB cayó 6.2% ese año, la inflación y el tipo de cambio cerraron en 51.97% y 7.74 pesos por dólar; cuando en 1994 las cifras fueron respectivamente 4.5%, 7.05% y 4.995 pesos por dólar.

En 1996, la recuperación de la economía mexicana fue notoria, el PIB creció 5.1%, la inflación bajó a 27.71% y el tipo de cambio cerró en 7.87; pero ello no se reflejaba en el bienestar de la gente. En el plano político, Zedillo pactaba con la oposición una reforma electoral otorgándole plena autonomía al Instituto Federal Electoral (IFE), órgano electoral que en ese momento todavía estaba bajo el control de la Secretaría de Gobernación. En un arranque de sinceridad Zedillo reconocería que ganó las elecciones porque las condiciones de la competencia eran muy desiguales.

La reforma electoral de Zedillo también era una respuesta política a los grupos radicales de izquierda, que luego del fraude del 88 habían reafirmado su convicción que por la vía electoral era imposible la toma del poder, porque nunca se reconocería el triunfo en las elecciones presidenciales. El más publicitado era sin duda el Ejercito Zapatista Liberación Nacional (EZLN) con su carismático líder el Subcomandante Marcos que recordaba a dos iconos revolucionarios como Emiliano Zapata y Ernesto “El Che” Guevara. El EZLN había saboteado exitosamente la entrada del TLCAN ese 1 de enero de 1994 y exhibido la enorme desigualdad e injustica imperantes.

Los costos políticos de la aprobación de mediadas antipopulares, el desgaste y desprestigio del gobierno y la realización de elecciones bajo condiciones más democráticas, provocaron un cambio radical en el escenario político. El PRI perdió la mayoría absoluta en la XLVII Legislatura en 1997 y tuvo que negociar con el grupo de los cuatro: PAN, PRD, PT y PVEM. Paradójicamente, este último recuperó su registro al incluir en la lista de Senadores y Diputados a figuras reconocidas como Adolfo Aguilar Zinser y Marcelo Ebrad Causabón. En el Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas ganaba las elecciones para la Jefatura de Gobierno de la capital del país. El gobernador de Guanajuato, Vicente Fox Quezada hacía pública sus aspiraciones para postularse a la Presidencia de la República.

La crisis económica en Asia en 1997 fue un enorme tsunami que pondría fin a los sistemas cambiarios fijos con el dólar. Algunos países tomaron el modelo mexicano como un ejemplo de lo que no se debía hacer. Intervenir rápido a los bancos privados quebrados y encarcelar a los funcionarios y ejecutivos envueltos en operaciones fraudulentas. Las consecuencias para México fueron enormes: el desplome de los precios del petróleo obligaron a realizar tres recortes presupuestales en 1998. Para hacer frente a la caída de ingresos petroleros, el PRI propuso que se extendiera el IVA al 15% a todos las mercancías. El gobierno tenía que dar marcha atrás a la propuesta, a pesar del desplante de algunos tecnócratas que decían que continuaba vigente.

En 1999 la economía mundial se reactiva, Estados Unidos estaba festejando el auge y el ciclo económico más largo sin recesión. La fiebre de las punto.com había generado una burbuja bursátil en el mercado Nasdaq impresionante con contagio en todos los mercados bursátiles del mundo. Era tal la euforia de los especuladores que se había generado una “ceguera colectiva” digna de una novela de José Saramago.

En ese ambiente, Zedillo pensaba que si la economía funcionaba bien el candidato del PRI, Francisco Labastida Ochoa ganaría las elecciones del 2000 sin problemas. Por la izquierda competía por tercera ocasión Cuauhtémoc Cárdenas y por la derecha Fox, quien supo canalizar la esperanza de cambio y el llamado al “voto útil”. Fox no proponía cambiar el modelo económico y tampoco abriría las heridas del Fobaproa.