lunes, 15 de julio de 2013

México: ¿tigre exportador?

En el 2012, México ocupó la posición 16 en la lista de países exportadores con 371 mmd (valores FOB[1]) y con una variación anual del 6%; pero, si no se consideraran las reexportaciones de Hong Kong y de Singapur estaría en el lugar 14, de acuerdo con la Organización Mundial de Comercio (OMC). La información fue difundida recientemente en su comunicado de prensa “El comercio mundial en 2012 y perspectivas del 2013”[2]. El dinamismo de las ventas externas mexicanas sólo fue superado por China (8%) y creció a la misma tasa que Arabia Saudita.

La OMC informó que el volumen del comercio en 2012 creció 2.0% mientras que el PIB mundial subió 2.1%, cuando que el crecimiento del comercio suele ser el doble del producto. Este organismo señala que la abrupta desaceleración del comercio el año pasado se ha atribuido al lento crecimiento de las economías desarrolladas y a la incertidumbre respecto al futuro del euro.

Para el 2013, se espera una lenta expansión del comercio (3.3%) y de la producción (2.1%), porque la mejora de las perspectivas económicas de Estados Unidos sólo compensaría parcialmente la debilidad continuada de la Unión Europea que se contraerá ligeramente en el año, por lo que los economistas de la OMC reconocen la dificultad para calcular las proyecciones para 2013 y 2014.

Por lo que respecta a las importaciones, México ocupó el lugar 14 en 2012 con 380 mmd (valores CIF[3]) y una variación anual del 5%. El dinamismo de las compras externas sólo estuvo por debajo de Hong Kong (8%) y fue similar al de la India (5%).

Considerando las cifras de las exportaciones, basados en la Balanza Comercial de Mercancías de México, difundidas por INEGI, podemos destacar que el favorable desempeño de las ventas al exterior estuvo influido por el crecimiento de las exportaciones de la industria automotriz, las cuales crecieron 11.6% en 2012. En valores absolutos, éstas sumaron 88.4 mmd, representando el 23.8% de las exportaciones totales; mientras que las petroleras acumularon 53.1 mmd (14.3% del total).

Algunos autores como Robert Koopman,  quien es Director de Operaciones de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USTIC por sus siglas en inglés)[4] se han preguntado por qué el dinamismo del sector exportador manufacturero de México no se ha reflejado en un mejor crecimiento. La tasa media anual de crecimiento (TMAC) del PIB de México entre 2000 y 2012 fue de 2.1%, mientras que la TMAC de las exportaciones fue de 6.9%. La respuesta que han dado en sus investigaciones es que nuestro país como los de reciente acceso a la Unión Europea y de las economías del este asiático, tienen una elevada participación del valor agregado externo en las exportaciones brutas, por lo que su repercusión en el valor agregado interno es menor. Como México y esas economías tienen una muy elevada participación del valor agregado de las exportaciones proveniente de productos finales directamente exportados, se considera que estas economías están localizadas en la parte final de la cadena global de valor.

México y Corea comenzaron al mismo tiempo (1965) una estrategia de promover la industrialización partiendo del ensamblado de manufacturas (maquiladoras). Sin embargo, hoy en día China y México son los principales usuarios de los regímenes de bienes en procesamiento para el comercio exterior[5], pero ello no se ha reflejado en un desarrollo económico sostenido, porque su contribución al valor agregado interno es muy baja. Es decir, no se puede desconocer que nuestro país es una gran plataforma de exportación para la economía global y de manera muy marcada en la industria automotriz; sin embargo, ello no ha permeado al resto de la economía y bienestar de la gente.

Un reporte conjunto publicado por la OMC[6] y la OCDE en 2012, señala que economías exportadoras, como la mexicana, sólo han beneficiado marginalmente de las exportaciones, ya que éstas requieren de considerables insumos intermedios suministrados por fabricantes locales, quienes a su vez necesitan  significativas importaciones de bienes intermedios, y así, mucho de los ingresos o del valor agregado proveniente de las ventas externas se acumula afuera, por el elevado componente importado de toda la cadena.

Conscientes de que los flujos brutos de comercio y de que los productos que cruzan varias veces las fronteras para procesamientos adicionales son contados múltiples veces, la OMC, OCDE y la División de Estadísticas de Naciones Unidas han insistido que México también mida el comercio en términos de valor agregado, porque las estadísticas de comercio exterior convencionales (brutas) dan una perspectiva equivocada del crecimiento económico y del ingreso.

Sin embargo, el diseño de políticas de industriales y de comercio exterior por parte del nuevo gobierno, no podrá avanzar si no se rompe con la inercia de seguir midiendo el comercio exterior de la forma actual, esto es, en términos brutos. Lo que se requiere es complementar las estadísticas existentes con aquéllas que nos den una mejor medición de las exportaciones netas y de las  indirectas, para tener una idea más precisa de la realidad de la participación de México en la producción manufacturera global.


[1] Es el valor de venta de las mercancías en su lugar de origen colocadas en la frontera o puerto nacional, incluye el valor de transacción de los bienes y el valor de los servicios suministrados para entregarlas en la frontera del país exportador.
[2] Véase http://www.wto.org/spanish/news_s/pres13_s/pr688_s.htm
[3] Al valor de la mercancía se le adiciona el costo de los seguros y fletes pagados, para la llegada de las mercancías al puerto o aduana de entrada del país importador.
[4] Koopman, Robert, William Powers, Zhi Wang, y Shang-Jin Wei, “Give Credit Where Credit Is Due: Tracing Value Added in Global Production Chains”, NBER Working Papers Series 16426, Septiembre 2010, revised September 2011
[5] Según Koopman et al, los regímenes de los bienes en procesamiento para el comercio fomentan las exportaciones que tienen contenidos dramáticamente elevados de insumos intermedios que usan internamente algunos países.
[6] Midiendo el comercio en valor agregado es una iniciativa conjunta de la OMC y de la OCDE. Una excelente nota que se refiere a los conceptos, metodología y desafíos, se puede encontrar en la siguiente liga: http://www.wto.org/english/res_e/statis_e/miwi_e/oecd_wto_mar2012_e.doc

Encuestas y elecciones en 2012

El cuestionamiento de algunos analistas y actores políticos a las encuestas en el pasado proceso electoral ha abierto un debate sobre su utilidad y pertinencia. Se argumenta que al ser la diferencia del resultado final entre el primer y segundo lugar mucho menor a lo previsto por éstas, demuestra que los sondeos de opinión estuvieron “truqueados” o que fueron parte de una estrategia deliberada para desalentar a los votantes potenciales que veían la ventaja del puntero como inalcanzable. Incluso, algunos comentaristas han señalado que las casas encuestadoras nos deben una explicación, en franca alusión a que faltaron a una ética profesional.

Paradójicamente, la descalificación de que todas las encuestas estaban  manipuladas desde el inicio del proceso electoral, provocó que el porcentaje de rechazo a responderlas se fuese incrementando a lo largo del tiempo y preferentemente entre los simpatizantes de la izquierda. Por ende, no resultaba extraño que hubiese un sesgo hacia el candidato del PRI, propiciado por la negativa a participar en las mismas. A su vez, en el porcentaje de rechazo a las encuestas se estaba incorporado un voto oculto, esto es, personas que sí irían a sufragar, pero que no manifestaban su preferencia electoral por la izquierda.

El hecho de que las encuestas manifestaran una ventaja tan amplia para Enrique Peña Nieto (EPN) desde un año antes de las elecciones, en realidad era un indicador de cómo se había beneficiado de una estrategia mediática, donde los dueños de los medios, especialmente de la TV, lo habían posicionado en amplios sectores, y; en contrapartida se mostraba como Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tenía una cantidad de negativos muy elevada (porcentaje de opinión negativa), sobre todo de sectores de clase media que lo detestan. No está de más recordar que cuando la izquierda escoge a su candidato con en base a encuestas en noviembre de 2011, éste era un aspecto en el que Marcelo Ebrad Casaubón (MEC) superaba a AMLO.

Un antecedente muy claro de la importancia de los negativos lo tuvimos en 2006. Felipe Calderón Hinojosa (FCH) ganó no tanto por sus propias virtudes como candidato, sino porque se benefició de ese “voto útil” de priistas e independientes que no querían que por ningún motivo ganara AMLO, quien era desacreditado como “un peligro para México”. La mejor muestra de este fenómeno fue la diferencia de votos que tuvieron Francisco Labastida y Roberto Madrazo en las elecciones de senadores y presidente, respectivamente en Sinaloa.

AMLO con todo y su república amorosa nunca se puedo desprender del rechazo de un segmento importante de la población. Cuando Josefina Vázquez Mota (JVM) se cae a un tercer lugar en las preferencias en mayo, no todos los cambiantes trasladaron su preferencia a AMLO, sino que algunos se la dieron a EPN. Incluso en el DF, la resistencia a darle el voto útil a AMLO fue evidente, si comparamos que Miguel Mancera (el candidato de MEC) tuvo 63.9% en las preferencias vs. 52.8% para AMLO en la misma demarcación.

Con la irrupción del Movimiento Yo soy 132 en mayo, desencadenado por las amenazas de represalias a los estudiantes que participaron en las protestas contra EPN en la Universidad Iberoamericana, las encuestas dieron cuenta de un sector importante de jóvenes con educación universitaria  que en vez de abstenerse de ir a las urnas o de anular su voto, se vuelcan preferentemente a favor de AMLO. Esto es, lo que en un principio era un movimiento anti Peña y alentado por sectores cercanos al PAN, se convirtió en un factor detonador a favor de la izquierda. En el segundo debate, JVM fue la única candidata que denuncia la intimidación y amenazas contra los jóvenes, buscando recuperar una porción de este electorado.

Regresando al tema del principio, me parece que las encuestadoras no son culpables del todo de la desconfianza sembrada en contra de las encuestas, lo que redundó en que las preferencias de los votantes por la izquierda quedara subestimada; sin embargo, no advirtieron como debían que el creciente rechazo a responder las entrevistas podrían estar ocasionando errores de estimación mayores a los esperados en circunstancias normales. El reconocimiento de esta insuficiencia o limitante requiere de una gran honestidad profesional, no es fácil decirle al cliente que las cifras no son tan favorables como aparentan y viceversa. A la econometría  le sucedió algo similar hace años, lo que obligó a una revisión profunda de la teoría y de los métodos dando pie así a un enfoque moderno mucho más certero y preciso en sus predicciones.

Es cierto lo que dice Roy Campos (Consulta Mitofsky), cuando no se cansa de advertir que las encuestas son una fotografía en el tiempo, que miden las preferencias en ese momento y que no deben ser consideradas como un pronóstico de los resultados; sin embargo, cuando la foto más cercana al momento electoral salió muy diferente a la del resultado oficial y no pasó nada extraordinario que lo alterara, nos hace pensar que los métodos actuariales tendrán que ser revisados a fondo, porque el “estado del arte” ya resulta insuficiente para explicar lo que pasó.

Por otra parte, la propuesta de algunos de los flamantes diputados de izquierda de la LXII legislatura de prohibir la publicación de las encuestas resulta lamentable y refleja una pésima lectura de lo sucedido en los pasados procesos electorales. Esa iniciativa, -que afortunadamente no creo que prospere- no va a impedir que los diversos actores políticos las sigan haciendo y usando, pero si nos va a privar al resto de los mortales que no podemos pagarlas, de contar con elementos de juicio para identificar tendencias, ver los efectos de fenómenos sociales trascendentes como el de Yo Soy 132 y disponer con más elementos a la hora de emitir el sufragio efectivo.

Finalmente, una opinión. Creo que todos los actores involucrados debieran de cambiar de actitud: los candidatos que descalifican a las encuestas cuando los desfavorecen y que las reconocen cuando los benefician, que las aprueban como método de selección -con los factores que les convienen, como mayor conocimiento entre la gente, pero omiten los desfavorables- cuando sus organizaciones fueron incapaces de llevar a cabo elecciones democráticas, y porque sembraron la desconfianza en el proceso electoral desde el principio y en particular hacia las encuestas, mas anticipando la derrota que buscando la victoria; los politólogos y comentaristas a quienes les urge una clase de estadística básica para que dejen de fomentar las teoría de la conspiración en los medios de comunicación.

También, las autoridades electorales que no advirtieron con tiempo los posibles errores de estimación de las encuestas y que fueron omisas con las campañas mediáticas llevadas a cabo desde hace mucho tiempo por los medios; las encuestadoras, que encumbradas en la arrogancia y soberbia, son poco autocríticas con los posibles errores cometidos y descalifican a quienes las cuestionan como ignorantes, y; tampoco se escapan algunos medios de comunicación, que sin duda usaron sus encuestas como una forma de validación de su candidato, cuando debieron ser actores neutrales en el proceso. Si no viene al cuento estos comentarios, haga caso omiso de los mismos.