domingo, 30 de enero de 2011

Enero 30, 2011: Del desarrollo estabilizador a la estabilización sin desarrollo en México (segunda parte)

Correo: pabloail@yahoo.com.mx

El 1 de diciembre de 1982 inició un nuevo Gobierno en México y también comenzó una nueva etapa en su historia forzada por la crisis económica. Al presidente Miguel de la Madrid Hurtado le tocaría administrar la crisis en esos seis largo años, que terminarían marcados por un fraude electoral para evitar que los tecnócratas fueran desplazados del poder y regresara el nacionalismo revolucionario en la figura de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Los factores externos serían los que causarían los cambios políticos y económicos y el sistema proteccionista y autoritario comenzaría a ser alterado. Eran los tiempos de Ronald Reagan y su retórica antigubernamental y del surgimiento del neoliberalismo como una ideología dominante entre las élites de poder.

El 20 de diciembre de 1982 habría tres paridades cambiarias: 149.25 libre, 95.05 controlado y 70.0 especial. Paradójicamente, 12 años después en esa misma fecha se volvería a experimentar otro colapso cambiario. La inflación al consumidor cerraría diciembre en 98.84% en tasa anual y los siguientes meses rebasaría el 100%.

El gobierno aplicó un severo plan de ajuste impuesto por el FMI que incluía bajos aumentos salariales y un mayor rigor sobre el gasto público, inició un agresivo plan de privatizaciones y una campaña de renovación moral que llevó a la cárcel al siniestro jefe de la policía capitalina Arturo Durazo Moreno y al exdirector de Pemex Jorge Díaz Serrano para recuperar legitimidad.

De la Madrid restituyó en su puesto al anterior director del Banco de México, Miguel Mancera Aguayo, quien permanecería al frente del banco central hasta diciembre de 1997. La banca no regresaría a sus antiguos propietarios, pero fueron indemnizados y compensados al dárseles facilidades a algunos para fundar o ampliar casas de bolsa. De hecho se convertirían en una banca paralela y serían la base para la reprivatización en la época de Salinas. Por su parte, el sistema de pagos bajo el control del gobierno le permitió beneficiarse del señoriaje y de los pequeños ahorradores que recibieron tasas de interés reales negativas por varios años. Los bancos estatales bautizados como Sociedades Nacionales de Crédito (SNC) funcionaron en lo que cabe bastante bien y algunos de sus directores destacarían como administradores eficientes. A las empresas endeudadas en dólares, el Gobierno les ofreció un subsidio para que pudieran pagar en pesos a través de un fideicomiso (Ficorca) administrado por el Banco de México que les permitiría hacer frente a las obligaciones.

La devaluación del peso y la negativa de otorgamiento de préstamos a México por la banca internacional volcaron la estrategia de crecimiento hacia la promoción de exportaciones. La industria maquiladora vista antes con desprecio se convirtió en la estrella del momento y la zona fronteriza inició un repunte económico que propició un flujo migratorio interno muy intenso, donde el empleo en esas plantas también era visto como una parada intermedia hacia Estados Unidos.

El plan de choque ayudó a reducir la inflación en 1983 a 80.78%, pero a costa de una caída del PIB de 4.2% (3.5% con la nueva base). ¿Por qué será que con los cambios de metodología siempre se “maquillan” las cifras en México? Mientras tanto los “señores ministros” declaraban que el salario mínimo no era tan malo si varios miembros de la familia chambeaban. La respuesta popular fue contundente: “salario mínimo al presidente para que vea lo que se siente” ejemplificada en una inolvidable caricatura de Naranjo apoyando la campaña del registro del Partido Mexicano de los Trabajadores.

El gobierno de De la Madrid seguía asfixiado financieramente. Lo que ganaba con privatizaciones y recortes presupuestales, lo perdía con el costo exorbitante de la deuda externa. La economía seguía funcionando, pero porque hacían su incursión los ingresos provenientes del narcotráfico con un enorme y escandaloso lavadero de dinero. Los grupos militares y paramilitares que había tenido toda la impunidad oficial para reprimir a grupos guerrilleros de izquierda en la década de los setentas, la aprovechaban ahora para hacer florecer el negocio de la siembra y el tráfico de drogas procedente del extranjero.

El temblor del 85 exhibió la incapacidad de respuesta del gobierno y generó el surgimiento de una espontánea sociedad civil que sería la base de las protestas gubernamentales de los siguientes años. La incorporación de nuevos productores de petróleo ocasionó el desplome de los precios del crudo en 1986 al generarse una sobreoferta mundial. La OPEP estaba decidida a disciplinar a los nuevos productores independientes como México, Inglaterra y Noruega que les estaban quitando mercado con una guerra de precios bajos, que era gustosamente bienvenida por los países consumidores que se veían beneficiados por gasolina barata y una menor inflación.

La economía mexicana estaba fuertemente petrolizada tanto por el lado de las exportaciones como de las finanzas públicas: la caída de la factura petrolera provocó la devaluación del peso y el regreso de la inflación cerrando en 105.75 en 1986. El PIB se redujo 3.1% con la base 1993=100 (3.8% con la anterior). El poder adquisitivo del salario seguía empeorando y el descontento popular incrementándose. Ante un entorno económico tan complicado, México decide elevar la apuesta por la apertura comercial y pide su incorporación al GATT en 1986, luego de que seis años atrás había rechazado la invitación hecha para que se incorporara al acuerdo comercial.

En el plano político, mientras tanto, un astuto y maquiavélico Secretario de Programación y Presupuesto, Carlos Salinas de Gortari, mediante una serie de intrigas palaciegas se deshacía de sus contrincantes en el Gabinete y se iba perfilando como el candidato único del partido oficial y por ende seguro futuro Presidente de la República al ir colocando a sus aliados en las diversas secretarias de estado.

Salinas convence con la ayuda de distinguidos académicos a de la Madrid de que la mejor manera de evitar una crisis sexenal era anticipar una serie de movimientos antes de que comenzara la especulación de fines de sexenio. Se devalúa sorpresivamente el peso un viernes 19 de noviembre de 1987 de 1,700 a 2,258 pesos. A finales de 1987, se crea el Pacto de Solidaridad Económica (PSE) entre los organismos privados, sindicalismo oficial y gobierno para acordar las alzas de precios, tarifas y salarios y frenar la espiral inflacionaria que ese año terminaba en 159.17% comprometiéndose el gobierno a no volver a devaluar y a respetar los aumentos de precios y tarifas de bienes y servicios públicos.

El tipo de cambio subvaluado contribuiría a fomentar las exportaciones. En 1988, se decide usar paridad cambiaria como ancla antiinflacionaria siguiendo la estrategia de planes heterodoxos aplicados en América Latina para enfrentar la hiperinflación. En México, la inflación en 1988 cierra en 51.66% y el PIB crecía a pesar de todo 1.2% ese año. Sin embargo, la severa aplicación de las políticas de ajuste, habían generado un fuerte resentimiento en los sectores populares que votarían por Cárdenas en julio de ese año. Anteriormente, de la Madrid había evitado que la derecha ganara la gubernatura en Chihuahua en 1986 con el denominado “fraude patriótico”, ahora no permitiría que los “populistas” regresaran al poder y echaran por la borda todo el sacrificio hecho en su sexenio. Cárdenas le pide a sus partidarios a que depongan las protestas para evitar un derramamiento de sangre y llama a hacer una “revolución democrática”.

Salinas logra consolidarse en el poder con una serie de audaces decisiones. Renegoció la deuda externa que le permite aligerar la presión presupuestal, desde el principio de su gobierno desarticula la oposición de la derecha al comprometerse a aplicar varias de sus propuestas en su programa de gobierno. Dio golpes mediáticos espectaculares: mete a La Quina a la cárcel y a algunos casabolseros acusados de manejos indebidos en la crisis bursátil de 1987; restablece el control de sindicatos oficiales que estaban coqueteando con Cárdenas impulsando a líderes emergentes (Elba Esther Gordillo), consigue el apoyo de la Iglesia Católica a cambio del reconocimiento legal, entre otras medidas. Las políticas de ajuste habían generado mayor pobreza en el país. Salinas comprende esta situación y establece un sistema clientelar de subsidios con el apoyo de las comunidades, Solidaridad, que le permite recuperar el apoyo popular a su gobierno.

El gobierno salinista estaba convencido que si lograba cambiar la percepción de los agentes económicos clave del país, se irían generando expectativas optimistas que crearían un ambiente favorable para reactivar la inversión privada, lo que impulsaría el crecimiento económico y traería bienestar a la población. En tres años, los índices de popularidad de Salinas estaban por los cielos y en las elecciones de 1991 el PRI vuelve a arrasar en las elecciones de diputados federales como en los viejos tiempos. Con una Cámara de Diputados bajo control, Salinas aplica una serie de reformas estructurales como la privatización de la banca mediante un sistema de subastas, reforma el artículo 27 Constitucional para abrir la posibilidad de la privatización de los Ejidos; reclasifica la petroquímica primaria para permitir mayor inversión privada, que no estaba prohibida en la petroquímica secundaria.

En campaña había prometido que no impulsaría un tratado de libre comercio con Estados Unidos. Sin embargo, cuando la recesión económica se desencadenó en 1990, las medidas proteccionistas amenazaban el flujo de las exportaciones mexicanas. El sistema generalizado de preferencias había que estarlo renovando permanentemente. Los asesores del Presidente le sugieren sumarnos al de EU-Canadá. La propuesta sorprendía a la opinión pública. La ilusión de que seriamos socios y por fin integrantes del Primer Mundo pronto generó un respaldo mayoritario, que se fortalecía con la invitación a ser miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).

Los nuevos banqueros buscando recuperar muy pronto su inversión, otorgaban créditos de manera generalizada y sin control; el gobierno reducía el IVA de 15 al 10% y comenzaba a financiarse cada vez más con Tesobonos (deuda interna respaldada en dólares), la afluencia de capitales obligaba al Banco de México a esterilizar esa enorme entrada de recursos, pero prometiendo tasas de interés elevadas. El Secretario de Comercio de la época declaraba que “la mejor política industrial es la que no existe”. Pero, todo dependía de que el tipo de cambio no se devaluara.

domingo, 23 de enero de 2011

Enero 23, 2011: Del desarrollo estabilizador a la estabilización sin desarrollo en México (primera parte)

Correo: pabloail@yahoo.com,mx

El pasado 14 cumplí 50 años y por eso motivo me pareció una buena idea considerar la sugerencia que me hicieron Julieta mi esposa y mi amigo Ricardo de escribir una reseña de lo que ha pasado en la economía mexicana desde entonces hasta el presente en este mundo globalizado en el que México sigue siendo visto como una “potencia media” debajo de los países emergentes BRICS (Brasil, Rusia, India y China).

En los sesenta México era visto como un país en vías de desarrollo con un pasado legendario y que más pronto que tarde llegaría al Primer Mundo. Como otros países de América Latina seguía la política de sustitución de importaciones con aranceles elevados y con otras medidas de control (permisos previos de importación), así como subsidios y crédito preferente canalizado por la banca de desarrollo a las empresas. La estrategia consistía en que el país dejara de ser un exportador de materias primas y que cuando el sector industrial hubiese madurado pudiese competir en el exterior.

Inspirado en las recomendaciones de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) se seguía una política proteccionista que permitiría que se pasara de una etapa de sustitución de bienes de consumo simples, a otra de manufacturas más elaboradas, siguiendo con la producción de bienes intermedios para culminar con la fabricación de bienes de capital que permitiría establecer una cadena productiva integrada y con mayor valor agregado. Los funcionarios de la época insistían en la premisa de que primero había que producir la riqueza para después distribuirla, con la peregrina idea de que las beneficios de las empresas o las ganancias del capital se reinvertirían lo que elevarían la productividad y por ende los salarios.

Las exportaciones de materias primas y las divisas provenientes del turismo generarían los recursos para realizar las importaciones necesarias que permitieran consolidar el desordenado proceso de industrialización que se siguió sin una regulación adecuada y sin normas ambientales por lo que la contaminación y la polución pasaran a ser problemas crónicos. México la región más trasparente pasó a ser parte de la nostalgia.

Teníamos pesos de plata y la exaltación nacionalista insistía en no depender del dólar si contábamos con una moneda respaldada en ese metal precioso y con una producción inagotable. “Somos el productor número 1” era nuestro orgullo nacional, cuando Perú nos rebasó en los setenta nos deprimimos porque ya ni siquiera en eso éramos ganadores.

Ese era el tiempo de la gran emigración de campo a la ciudad y el surgimiento de grandes cinturones de miseria en las metrópolis (México, Guadalajara y Monterrey). La mancha urbana se expandía gracias al negocio de los fraccionadores y especuladores coludidos con los gobiernos locales que hicieron grandes fortunas personales.

Eran los tiempos de un estado fuerte y autoritario, altamente centralista. México era un modelo de economía mixta con creciente presencia de paraestatales para el resto del mundo. Años después China lo seguiría de manera exitosa y simultáneamente Corea del Sur empezaba un proceso de industrialización que lo llevaría a ser un NIC en los ochenta. El gobierno otorgaba grandes subsidios a los industriales que se veían favorecidos por un mercado interno protegido de las importaciones. De esta forma la inversión extranjera directa que se establecía estaba orientada a aprovechar ese mercado. Si alguna empresa privada importante quebraba, era muy socorrido el recurso del rescate gubernamental para que no se perdieran esas fuentes de empleo.

A finales de los sesenta el modelo entra en crisis. México se vuelve un importador neto de alimentos, la reforma agraria fracasa, los primeros intentos de reforma fiscal son rechazados por los empresarios que acusaban al gobierno de querer llevarnos al socialismo en 1972. Entramos a la era del “desarrollo compartido”, modelo neopopulista en el que el Estado comienza a canalizar más subsidios a los más pobres como una estrategia que busca afianzar el apoyo político de las mayorías y para apaciguar el descontento social respondiendo a la queja de “el gobierno no hace nada para ayudarme”.

Es la época de oro del corporativismo representada fehacientemente en la figura de Fidel Velázquez, la CTM y el Congreso del Trabajo que se encargaba de reprimir cualquiera intento de formación de sindicatos independientes respaldados por los “comunistas”. Son los tiempos en que el Banco de México era controlado en Los Pinos y el creciente déficit público era financiado con mayor emisión de dinero.

El 31 de agosto de 1976 terminaron 22 años de paridad fija. Una crisis de balanza de pagos explotaba y obligaba al gobierno mexicano a solicitar urgentemente el apoyo del Fondo Monetario Internacional (FMI). El gobierno de Echeverría entra en crisis, su amigo de la infancia José López Portillo, iniciaría a finales de año un gobierno con una crisis de legitimidad, puesto que fue el único candidato a la Presidencia. Su gobierno comienza una reconciliación con el sector privado recriminando al saliente la corrupción y mandando a la cárcel a algunos funcionarios para reivindicarse con la opinión pública.

En 1977, los vastos descubrimientos de petróleo nos ponen de vuelta en el escenario internacional. Los intentos de maximato son aplacados y Echeverría sería enviado al exilio diplomático como embajador de Australia y las Islas Fiji. Se consolida en Hacienda el grupo de tecnócratas recién regresados de doctorados en Chicago, Harvard, MIT, etc. que tomarían el poder plenamente seis años después y que ya nunca lo soltarían a pesar de la alternancia en el 2000.

La “administración de la abundancia” concluyó con una crisis de balanza de pagos en 1982 alentada por un enorme déficit público, una impresionante deuda externa y con un gobierno despilfarrador y corrupto. Pemex se convierte en un barril sin fondo para los contratistas privados y para el sindicato que exige su comisión por dar el visto bueno a cualquier obra. Los dos personajes más importantes eran Jorge Díaz Serrano y “La Quina” Joaquín Hernández Galicia, el eterno líder petrolero. La planeación y programación gubernamental que nunca aterrizan en la realidad o que se queda en grandes documentos sin aplicación como un Plan Global de Desarrollo en 1980 sería el sello de la ineficacia e ineficiencia del sexenio.

Ya no éramos un país del Tercer Mundo, tampoco del Primero, orgullosamente estábamos en el Segundo como nos lo hacía creer la propaganda oficial. México seguía siendo un país terriblemente desigual, con una burocracia privilegiada y con un campo cada vez más abandonado y atrasado. Se creaba el Sistema Alimentario Mexicano (SAM) con un montón de propuestas siendo una entelequia que no servía para frenar la creciente dependencia alimentaria.

Los “elefantes blancos” -las construcciones públicas inservibles o mal construidas- tan de moda en el gobierno anterior vuelven por sus fueros a pesar de que en ese tiempo surge la Secretaría de Programación y Presupuesto (SPP) para vigilar y administrar mejor los recursos del erario. De esta dependencia surgirían los siguientes tres presidentes de la República y se consolidaría el capitalismo de compadres en una estrategia privatizadora donde los monopolios públicos se transformarían en privados.

El fallido intento de regresar al desarrollo estabilizador está perfectamente representado por el préstamo de rescate por 11 mil millones de pesos de Nafinsa al Grupo Alfa para evitar su quiebra en un lejano 1981 luego de una alocada estrategia de diversificación horizontal. Los ganadores dentro del sector empresarial eran los grupos financieros que aprovechaban el esquema de banca universal aprobado en 1977 y que facilitó las fusiones y consolidaciones. El gobierno comenzó a financiarse no solo con deuda externa sino con la interna. En 1978 surgen los Certificados de Tesorería de la Federación (Cetes). La emisión de dinero por lo menos ahora sería respaldada con títulos de deuda.

En el plano fiscal se toman dos medidas importantes: la creación del impuesto al valor agregado (IVA) del 15% y desaparece el impuesto de ingresos mercantiles del 4% en productos procesados salvo los básicos con lo que los consumidores se ven perjudicados, no así los productores que pueden compensarlo con las compras que realicen; la otra serie la Ley de Coordinación Fiscal esfuerzo de recaudación conjunta de los estados y el gobierno federal que refuerza la centralización de la política tributaria y el control de los estados a través de las participaciones federales.

En 1981, comienza el desplome del precio del petróleo por la sobre oferta del crudo agravado por la recesión mundial y por el fenómeno de la estanflación. Los bancos centrales comienzan a subir las tasas de interés de referencia siguiendo una agresiva política antiinflacionaria profundizando la recesión. México quedaba atrapado y los ataques especulativos provocarían una crisis cambiaria y de deuda a lo largo de 1982. “Defenderé el peso como perro” aquella desafortunada metáfora de López Portillo era parte de la burla popular acerca de la impotencia del gobierno. El caricaturista Rogelio Naranjo reflejaba ese sentir popular magistralmente en la revista Proceso y en El Universal.

1982 fue un año de pesadilla, en febrero ocurre una fuerte devaluación con el mismo eufemismo usado en 1976, se deja flotar de nueva cuenta al peso. En agosto, Jesús Silva Herzog anuncia medidas inusitadas: mercado cambiario controlado y nueva devaluación, congelamiento de cuentas en dólares a 70 pesos y anuncio de la moratoria del pago de la deuda por incapacidad de cubrir su servicio y agravada por una desbocada fuga de capitales.

El 1 de septiembre de 1982 un fracasado Presidente estatizaba la banca acusando a los banqueros de habernos saqueado, destituía al Director General del Banco de México mientras que Silva Herzog negociaba una Carta de Intención con el FMI para el próximo gobierno de Miguel de la Madrid. El modelo de sustitución de importaciones se agotaba en medio de una crisis económica y de finanzas públicas.

sábado, 8 de enero de 2011

Enero 8, 2011: Cambio de año base de la inflación en México

Correo: pabloail@yahoo.com.mx

Comenzamos el año con la noticia de que el Banco de México (Banxico) decidió actualizar la base del Índice Nacional del Precios al Consumidor (INPC) y las metodologías para su elaboración. Como la inflación es la variación porcentual de los precios representados por un índice de precios, en este caso por el INPC, esto implica una nueva forma de medirla en el país, por lo que la mejor manera de comenzar la Nota Económica en 2011 es explicando estos cambios, debido a que es un elemento fundamental para la toma de decisiones económicas de la población.

A reserva de que el 24 de enero se presenten los primeros resultados de la inflación con el nuevo INPC y de los ponderadores de los índices individuales, y despejar la incógnita sobre si habrá estimaciones retrospectivas de inflación con la nueva metodología, vale la pena comentar la presentación “Principales Elementos en el Cambios de Base del INPC” presentada por el banco central el 7 de enero de 2011, cuya liga es:

http://www.banxico.org.mx/politica-monetaria-e-inflacion/material-de-referencia/intermedio/inflacion/elaboracion-inpc/%7B66F73593-AA3D-841B-794D-AFD591B274CB%7D.pdf

La modificación del año base era necesaria considerando que los patrones de consumo de la población se habían modificado significativamente entre 2008 y el 2000, así como la evolución de los precios relativos. Los principales cambios de esta nueva etapa del INPC son:

• Periodo de año base de la segunda quincena de diciembre de 2010 en lugar de la segunda quincena de junio de 2002.
• 83,500 productos y servicios específicos utilizados en lugar de los 58,200 previos.
• La canasta del INPC pasa de 315 a 283 genéricos como resultado de fusiones aperturas y fusiones.
• Estructura de ponderación usando la última Encuesta Nacional de Ingreso Gasto en Hogares (ENIGH) 2008 en lugar de la del 2000 por lo que de nueva cuenta se recurre a la actualización de ponderaciones vía precios relativos de agosto-noviembre 2008 a Dic 2Q 2010 como se hizo antes.

Banxico hace hincapié que en este periodo los servicios aumentaron su importancia relativo destacando especialmente la vivienda y la telefonía local. En el primer caso, se debe al mayor gasto en vivienda propia asociado a la adquisición de la misma propiciados por los programas de crédito gubernamentales y de reactivación del crédito bancario. En el segundo, por la mayor cobertura de la telefonía móvil.

También se destaca que en la nueva canasta del INPC disminuirá el peso relativo (ponderación) de las mercancías distintas a los alimentos. Sin embargo, también es factible que se reduzca el de los alimentos si su proporción en el gasto total se redujo en ese periodo, como es previsible al subir el ingreso de los hogares en términos reales y al mejorar la distribución del ingreso entre esos dos momentos (el coeficiente de Gini es más bajo en 2008 que en 2000).

Una de las críticas que seguramente se le harán a Banxico es por qué no dejo que el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) se encargara de hacer el cambio del año base con la ENIGH 2010, que estaría disponible después del 15 de julio de 2010 cuando el INEGI asuma la encomienda de medir la inflación. Además, con ello se hubiese evitado el procedimiento de actualización de los precios relativos en un lapso de más de dos años puesto que la ENIGH 2010 se levantó entre agosto y noviembre. Pareciera que Banxico quiso dar “madruguete” y dejar las cosas “amarradas” antes de que traslade a regañadientes la responsabilidad, a pesar de que se diga que el cambio se hizo “con la participación del INEGI” o a los mejor si hubo condescendencia.

En realidad la crítica importante es la no utilización de la ENIGH 2010, porque se “amortigua” la inflación que viene en este 2011. Con la crisis de 2009, el ingreso de las familias cayó drásticamente, se incrementó la pobreza y seguramente también empeoró la distribución del ingreso porque la remuneración de los nuevos empleos fue con sueldos más bajos en promedio. Esto traería como consecuencia que el peso relativo (ponderadores) de los alimentos de la ENIGH 2010 sea más elevado que la del 2008. Esto se vuelve relevante en la coyuntura actual en la que está ocurriendo un alza mundial del precio de estos productos.

También se observa un sesgo a rasurar la inflación por dos vías: dar un tratamiento estadístico especial a conceptos: por ejemplo, separar gas LP de gas natural que tiene una inflación menor. El uso de las medias geométricas en lugar de las aritméticas suaviza las alzas de precios argumentándose que se da la sustitución de los bienes de consumo al enfrentarse cambios de los precios relativos. Ésta es precisamente una crítica a la comisión Boskin en Estados Unidos. Por ejemplo, si la manzana “red delicius” subió menos de precio que la “starking”, utilizó a la primera para representar el alza de las manzanas en general.

Banxico señala que en la definición de la nueva canasta del INPC consideró las características regionales de los mercados y la relación del costo-beneficio en la recopilación de precios. Más allá de la retórica, siguen quedando fuera localidades muy relevantes en la muestra del INPC; aunque ello también es una limitación inherente de la ENIGH que no tiene representatividad ni siquiera a nivel estatal.

Repercusiones:

• El cambio de ponderadores puede ocasionar que la inflación con la nueva base sea revisada a la baja ligeramente. Es decir, si la inflación general en tasa anual en diciembre de 2010 fue de 4.40%, con la nueva base hubiese sido -digamos- 4.28% con lo que se acusara al Banxico de estar maquillando las cifras. Tal vez ello no suceda si no hay estimaciones retrospectivas de la variación porcentual del INPC, pero de todos modos quedara prospectivamente la duda.

Pendientes:

• Ajustar estacionalmente las principales series como se hace desde hace mucho tiempo en muchos países.
• Ampliar el INPC a más ciudades. Todavía no acabamos de entender por qué Jacona, Mich. está en la muestra de 46 ciudades y no aparece, por ejemplo, Cancún.
• No romper las inercias y no comenzar a utilizar más la inflación promedio como la usan diversos organismos internacionales como la OCDE para representarla.

Hay más aspectos que analizar del cambio de año base del INPC, pero los abordaremos en otra ocasión. Por lo pronto, esperaremos dos semanas a que se difundan los ponderadores de la nueva base.