Pablo Álvarez Icaza Longoria
pabloail@yahoo.com.mx
El principio de la semana se destacó por los buenos números en la industria automotriz de junio y del primer semestre de acuerdo a la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) y de la producción industrial de mayo, especialmente del sector manufacturero, donde la actividad automotriz juega un papel relevante. La AMIA informó que se ensamblaron un millón 77 mil 651 unidades durante el primer semestre, siendo el nivel récord alcanzado en ese período. INEGI reportó que la actividad industrial creció 8.4% anual, siendo el crecimiento más alto para un mes similar en 13 años.
En ambos casos, la producción destinada a la exportación fue el factor que explica el gran dinamismo y ambos desempeños están relacionados considerando el peso que tiene la industria automotriz en las exportaciones manufactureras y en la industria en general. En este sentido, los analistas económicos suelen destacar la elevada correlación que hay entre la producción industrial de Estados Unidos y México mostrando el paralelismo en una gráfica.
Sin embargo, valdría la pena hacer algunas consideraciones: no se ha recuperado el nivel de 2008 en lo que respecta a la producción industrial de mayo; la comparación estadística es favorable, porque hace un año fue cuando se presentó la influenza A H1N1 y se conjugó con la recesión económica, y; que el dinamismo del sector exportador estuvo marcadamente influenciado por la reactivación de Estados Unidos, lo que ha contribuido de manera decisiva en el favorable desempeño de este variable.
Regresando a la industria automotriz, la producción destinada al mercado doméstico fue de 177 mil 228 vehículos en el primer semestre, mientras que para la exportación sumaron 900 mil 423. Si además consideramos que cerca del 80% de estas exportaciones van a Estados Unidos, según la AMIA, comprenderemos porque es tan importante las proyecciones acerca de la economía de nuestro vecino y en particular sobre las expectativas de consumo de estos bienes duraderos.
En este sentido la eliminación de la tenencia para automóviles nuevos a un costo de 250 mil pesos en días pasados, a parte de la marcada intención electoral, tiene la intención de estimular el mercado interno que ayude a compensar la previsible desaceleración del mercado externo.
Otro de los indicadores de que el mercado interno de México sigue estando muy débil, se desprende de que la construcción en mayo tuvo un crecimiento de 0.0% en tasa anual que contrasta con el 14.2% de la industria manufacturera. El modesto desempeño de la construcción también influye en un escaso dinamismo de la inversión fija bruta y por ende en que el crecimiento económico no se potencie. Al respecto, INEGI anunció que esta variable creció 0.5% en tasa anual en abril como resultado de que la realizada en maquinaria y equipo creció 2.0% y la efectuada en construcción cayó 0.3%.
Cabe señalar que la deflación de los precios al consumidor en el país en junio (0.03%) que llevó la inflación en tasa anual a 3.69%, y que en buena medida fue ocasionada por caída de precios agrícolas, en un principio fue recibida como una buena noticia; pero, por el lado de la economía real, causó preocupación porque se interpretó como una señal de debilitamiento del mercado interno y que también se ve reflejada en crecientes tasas de desempleo. Como comentario al margen, el sector exportador también ha contribuido que las cifras de trabajadores asegurados al IMSS, pero este segmento esta muy lejos de representar a toda la fuerza laboral de México.
En lo que respecta a Estados Unidos, además de los reportes trimestrales, cuya temporada comenzó con el pie derecho con los favorables resultados de Alcoa para el segundo, que es considerada como una guía para la economía puesto que se trata de una empresa diversificada en varios sectores, los mercados reaccionaron favorablemente al anunció de que el déficit comercial subió 4.8% en mayo debido al fuerte crecimiento de las importaciones de China (12.1%), lo que fue interpretado como una buena señal de actividad económica.
Sin embargo, los indicadores más relevantes a seguir serán las ventas al menudeo y la producción industrial en junio de Estados Unidos (14 y 15 de julio) para ir defiendo con más precisión las tendencias recientes. Seguramente, también habrá mucha atención con los precios al productor y al consumidor esperando que no haya señales de deflación asociadas a debilitamiento de la demanda. Finalmente, la percepción del consumidor de la primera quincena de julio de la Universidad de Michigan también atraerá la atención de los analistas, quienes verificarían si se confirma o no la recaída de la confianza del consumidor de junio que registró el Conference Board a finales de junio y que metió mucho ruido en los mercados.
En conclusión puesto, que los indicadores en Estados Unidos pudieran venir mixtos, no extrañe que pudiéramos observar una significativa volatilidad en los mercados financieros, que también están expectantes a las pruebas de estrés de los bancos europeos. No en balde, prevalece mucha cautela entre los inversionistas que no quisieran hacer apuestas arriesgadas a futuro. En este sentido, me parece pertinente recomendar la excelente nota que aparece hoy en The Wall Street Journal Americas, suplemento de Reforma intitulado “Los pequeños inversionistas de EE.UU. huyen de las acciones”, en donde se destaca que la tendencia a comprar menos acciones por estos se aceleró en mayo, luego del ajuste registrado en los mercados. Pareciera como si estos ahorradores se hayan cansado de ser “carne de cañón” de los profesionales.
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